Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

viernes, 4 de marzo de 2011

Francisco Herrera Luque y su obra por Roberto Lovera De Sola

HERRERA LUQUE: CLAVE Y RAZON DE UNA OBRA


por:R.J.LOVERA DE-SOLA

Maria Margarita Terán viuda de Herrera Luque

“Pero sin duda todos lo buscamos porque encontramos en él parte de nosotros mismos”.


Orhan Pamuk: El libro negro, ed. 2006,p.240

Sólo se puede escribir sobre aquello que se ama. No se puede analizar un tema que no haya escogido a nuestra sensibilidad, que no nos que haya elegido, que nos atrape. Sin ello es imposible cualquier análisis, cualquier indagación porque entre otras cosas también existe una erótica de la lectura, y también del escribir, el acto amoroso de conocer y comprender un asunto.

Para penetrar en los libros, novelas, ensayos y artículos de Francisco Herrera Luque(1927-1991), gran escritor quien tuvo entre sus venturas y sortilegios, un elegido de los dioses de la escritura, de Dionisio y de Orfeo, ser el escritor más leído de la literatura venezolana desde el mes de julio de 1972 cuando publicó su primera novela




Boves, el Urogallo. Sólo esta pasa hoy en día de más de un millón de ejemplares vendidos y va por su edición número veinte y cuatro, la última lanzada por “Alfaguara”, nuestra anfitriona de esta noche, gracias a Mariana Marczuk y Daniel Centeno.

Esto que describimos es lo que hay que hacer cuando se trate de ordenar algún examen crítico de una obra literaria o histórica, cosa que en Herrera Luque se entrelazan. Sin afecto, sin inclinación cariñosa por la obra y por el autor, es imposible lograr trazar el itinerario y comprender las ideas que sostienen una obra. Y esto, entre otras cosas, porque “críticos y amantes”, la frase es de nuestra María Fernanda Palacios(Sabor y saber de la lengua, ed.1987,p.37-47) siempre están imbricados, sin ello es imposible el análisis meditado de algún libro o escrito. Por ello para hacerlo, para comprender obras muy diversas, hay que tener un “corazón promiscuo” por las expresiones de la literatura y nuestra fidelidad a lo imaginado, o a lo redactado en un libro de historia, debe ser la propia de un “monógamo sucesivo”, de un constante amador.

BIEN CONOCIDO

Herrera Luque era ya un ensayista bien conocido en 1972 cuando publicó Boves, el Urogallo porque antes había publicado


Los viajeros de Indias, impresa por vez primera en 1961, presentada, en su siguiente redacción, en 1963, a la Universidad Central de Venezuela como tesis doctoral bajo el mote Fundamentos para una interpretación antropológica de Venezuela. Pero no se detuvo allí su autor, prosiguió trabajando sobre su libro para su nueva aparición. En los siguientes siete años, desde la aprobación de la tesis con honores en su alma mater, prosiguió laborando sobre ella y elaboró los treinta “Estudios complementarios” en los cuales razonó documentadamente cada una de las críticas y observaciones que se hicieron a su libro desde que inició la presentación públcia de su hipótesis en Caracas en los años cincuenta, su regreso de España y al rayar los años sesenta en su impresión, hecha por decisión del doctor Ramón J. Velásquez en la Imprenta Nacional. Fue así como se decidió a autorizar la publicación y de su edición definitiva, muy trabajada y muy ampliada como lo hemos explicado, en 1970. Esa es la versión que consideró final, esa es la que se ha leído desde entonces, editada por Monte Avila Editores primero(1970), después por Pomaire(1991) y en pocas semanas volverá a serlo gracias a la nueva edición que lanzará “Alfaguara”. Y siempre cada vez que circularon Los viajeros de Indias tuvieron la suerte de agotarse inmediatamente. Todo lo explicado nos indica que Herrera Luque trabajó en Los viajeros de Indias durante veinte años, desde que, en 1950, se hizo las primeras conjeturas sobre la sobrecarga psicopática que encontraba en los venezolanos, en el proceso que lo llevó a la primera versión concluida en 1952, la que publicó en 1961, con cierta celeridad porque se dio cuenta que sino hacía público su libro sus ideas serían plagiadas, prosiguió al vertebrarla como tesis de grado, presentada con el título que hemos referido antes y más tarde al preparar su edición definitiva. De este proceso no se puede excluir, a lo que nos referiremos más adelante, el prólogo que concibió en 1977 para la edición popular de Los viajeros de Indias, publicación en este caso de la cual sólo se imprimió toda su investigación sin los decisivos “Estudios complementarios” que están en las ediciones de 1970 y 1991 y estarán ahora en su nueva publicación por “Alfaguara”, que recoge la totalidad del libro, tal cual lo pensó, muy demoradamente, Herrera Luque y lo publicó pero siempre con la disposición, nos lo confesó más de una vez, de proseguir trabajando sobre este libro que ha convertido en el casi medio siglo que lleva circulando, serán cincuenta completos dentro de tres años, en el 2011, en una de las obras fundamentales para el estudio de Venezuela.

Y, claro está, desde 1961, cuando imprimió Los viajeros de Indias hasta su deceso se convirtió Herrera Luque en un hombre polémico, la controversia lo acompañó toda su vida, fue el agua en la cual nadó, tanto a través de sus libros como su actuación pública, sobre todo en las veces que se topó con la corrupción, ya fuera la psiquiátrica o la diplomática, la cual denunció siempre sin siquiera detenerse a pensar si hacer aquello sería bueno para él o no y lo hizo así porque siempre, como lo dice en una de sus novelas



(Los amos del valle, ed.1979,t.II,p.136), amó la verdad y contribuyó a su desarrollo pleno, quiso siempre seguir las huellas de todo aquello que entre los venezolanos es digno de elogio como condenar aquello que merece reprobación. Este último fue el signo de su vida, algo que puede inscribirse en el epitafio que se debe grabar sobre el mármol de su tumba. A ello habría que añadir además su clásica definición de la historia que dice uno de los personajes de Los amos del valle(t.I,p.425) con la cual cerraremos esta incursión herreraluquiana. Y las disputas desde la impresión de Los viajeros de Indias lo acompañaron de por vida. Y él que fue siempre rebelde, siempre combativo, siempre aceptó como suyo ese camino vital. Y el debate estuvo junto a él siempre: el día anterior a su muerte salió un artículo en que se le criticaba, en el cual se pedía que se escribiera un libro sobre José Tomás Boves(1782-1814). El ya lo había hecho cumplidamente y la gente lo había recibido plenamente. Juicios favorables le sobraron. El fue uno de nuestros creadores contemporáneos sobre los cuales más comentarios se hizo: para elogiarlo o atacarlo, basta consultar su archivo, que tuvimos la suerte de organizar, para dar fe de ello. Y también grandes inteligencias venezolanas certificaron la significación de Boves, el Urogallo(ahora a punto de ser llevada al cine por Luis Alberto Lamata) como lo hizo el gran pensador Augusto Mijares(1897-1979) o el humanista Luis Beltrán Guerrero(1914-1997) quien consideraba que Boves, el Urogallo era el más completo libro sobre el Asturiano escrito por un venezolano. Pero para Pancho Herrera Luque, como siempre lo llamaron dentro de su familia y entre quienes fueron sus amigos, era imposible llegar a la hora decisiva y suprema, al de la muerte, sin litigios a su lado.

NOTA MUY PERSONAL:

Desde jovencita admiro a Gustavo Rodríguez

como hombre y como actor.

Lamento mucho pero su interpretación

de la novela "Boves, el Urogallo"

(Tetrao urogallus

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Urogallo
Tetrao urogallus Richard Bartz.jpg
Estado de conservación
Preocupación menor (LC)
Preocupación menor (UICN)
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Aves
Orden: Galliformes
Familia: Phasianidae
Subfamilia: Tetraoninae
Género: Tetrao
Especie: T. urogallus
Nombre binomial
Tetrao urogallus

El urogallo (Tetrao urogallus) es una especie de ave galliforme de la familia Phasianidae. Se distribuye por buena parte de la Europa boreal (Escandinavia, región del Báltico y Rusia) y en pequeños enclaves de montaña de zonas templadas como la Cornisa Cantábrica, los Pirineos, los Alpes y el Jura.

Biológicamente se la considera una reliquia de la era glaciar,[cita requerida] pues tras este período la población se fue aislando en Europa a las regiones de alta montaña y o más frías.

En España y desde 1979 se ha vedado la caza de esta especie, y desde 1986 tiene la catalogación de especie protegida aunque esto no ha supuesto un incremento en la población hasta el momento

Descripción

El urogallo tiene un tamaño máximo de 1,10 m en los machos y 0,70 m las hembras. Se caracteriza por tener unas plumas debajo del pico en forma de barba, una cola en forma de abanico y unos tubérculos rojos sobre los ojos.

Hábitat

Vive en zonas montañosas con bosques claros y abiertos de coníferas donde haya abundante vegetación herbácea, agua y bayas. Suele dormir en las ramas horizontales de los árboles, lo que se hace un requisito para su presencia.

El urogallo se caracteriza porque tiene una dieta estacional, que corresponde a:

  • En verano, se alimenta de hierba, crisálidas de hormiga, bellotas, hayas, lagartijas e incluso serpientes.
  • En invierno, se alimenta de diferetes especies de brotes de árboles: de haya, amentos de abedul, acículas de pino y hojas de acebo.
  • En primavera se alimenta de brotes de haya y otras especies herbáceas.
  • En otoño la alimentación principal es el arándano.

Reproducción

La época de celo dura desde marzo hasta el primer tercio de mayo. El urogallo profiere gritos de reclamo al amanecer y al atardecer desde algún punto elevado atrayendo a las gallinas; estos gritos le dieron este nombre al animal pues se decía que eran parecidos a los del uro (bóvido extinto). Luego se posa en el suelo y cubriendo un territorio de 50 o 100 m de diámetro continúa con sus reclamos y copulando con varias gallinas en un mismo día.

Las gallinas ponen entre cinco y doce huevos en un hoyo en el suelo donde son objetivo fácil para el jabalí, los perros, comadrejas y el azor. Además la mortandad de los polluelos es muy alta en las primeras semanas de vida, por lo que su población aumenta muy lentamente.)



que muchos anunciaban como "Boves,

el uruguayo", ha sido insuperable.:

Gustavo Rodríguez en Boves el Urogallo (1974)

La ola nacionalista del chavismo

la llevó al cine bajo la dirección de

Luis Alberto Lamata y Román

Chalbaud en las dos adaptaciones

estuvo presente.

En 1974 se hizo la adaptación para la TV

con guión de Jose Ignacio Cabrujas...

pero

para mi, Boves sigue siendo Gustavo Álvaro

Rodríguez Oraa, nacido en Ciudad Bolívar, un

19 de Febrero

Signo Zodiacal: Acuario

Boves es escrita y dirigida por Luis Alberto Lamata. Alejandro Wiedemann se encarga de la fotografía –en video digital de alta definición, con las nuevas cámaras Sony F23. Luisa de la Ville, produce y el elenco está encabezado por Juvel Vielma en el papel del Urogallo. Daniela Alvarado, viva estampa de una mantuana le acompaña, entre otros.



“Mi película hay que verla como la visión libre y personal de un autor que respeta a un autor mayor como Herrera Luque. Si bien está inspirado en la novela, es una versión muy personal y libre. Para mi tiene sentido ser responsable de una mirada que posea parte de mis vivencias personales y de un país que 30 años después no es el mismo que cuando se publicó la novela.” Cuenta Luis Alberto Lamata, su director
De Boves, Simón Bolívar escribiría lo siguiente:
La pluma se resiste a describir las execrables atrocidades del archimonstruo Boves, el devastador de Venezuela; más de ochenta mil almas han bajado a la silenciosa tumba por su orden o por los medios y aun por las manos de este caníbal, y el bello sexo ha sido deshonrado y destruido por los medios más abominables y de la manera más innatural y horrenda. Los ancianos y los niños han perecido al par de los combatientes. Nada se ha escapado a la furia despiadada de este tigre… Los llanos de Calabozo, los valles de Aragua, la ciudad de Valencia donde violó Boves una capitulación que había ofrecido cumplir bajo el más solemne y sagrado juramento, por los santos evangelios y en presencia de la Majestad Divina, la capital de Caracas, las provincias de Barcelona y Cumaná son monumentos eternos de la más espantosa carnicería. ¡De todas esas bellas ciudades, de todos esos campos risueños, apenas quedan vestigios, excepto escombros, esqueletos y ceniza! La memorable y desgraciada ciudad de Maturín, combatiendo valerosamente contra las armas españolas, tuvo al fin que rendirse rodeada por las llamas y la espada, y pronto quedó convertida en inmenso cementerio: ¡allí yacen los infortunados restos de Venezuela!

.

NOVELISTA HISTORICO

Herrera Luque escribió una serie de novelas en las cuales contó al pueblo venezolano su historia. Y este lo recibió así, tanto y tan bien que una tras otra, constantemente, sus ediciones se han agotado y han debido volver a imprimirse. En Herrera Luque no se cumplió aquello de que en Venezuela sólo se pueden imprimir mil ejemplares de cada obra y que en la siguiente edición, si las hay, los mismos lectores volverán a leerla.

ANTECEDENTES DE HERERA LUQUE

Herrera Luque historió a Venezuela, nos ofreció su visión de conjunto de nuestros aconteceres como lo hicieron Honorato de Balzac(1799-1850) en Francia con “La comedia humana” historia novelada del Segundo Imperio, de allí que por paralelismo se haya denominado “balzaciano” el ciclo de las “historias fabuladas” de Herrera Luque. Lo que hizo el gran escritor galo antes citado lo realizó con España Benito Pérez Galdós(1843-1920) con Los episodios nacionales(1898-1912) y con Venezuela, a partir de 1907, don Francisco Tosta García(1846-1921), de quien se han celebrado tanto sus Memorias de un vividor(1913) conocida también como Partidos en facha(1913), verdadero antecedente de Herrera Luque, a principios del siglo XX, con sus Episodios venezolanos, los cuales tuvieron tan buena acogida en su tiempo como los de Herrera Luque desde 1972.

Antecedentes también de lo que comenzaría a hacer Herrera Luque cuando dio vida, según declaró, al novelista que siempre había presentido existía en él, son dos libros poco o mal leídos. Uno es Los Riberas(1957) de Mario Briceño Iragorry, el otro es La cola del huracán(1968) de Víctor Manuel Rivas(1909-1965). Que había un narrador dentro de él nos lo confesó en una carta(Ciudad de México: mayo 3,1976).

SU CICLO HISTORICO

No sabemos si ha sido bien entendido por los lectores de su obra pero las novelas de Herrera Luque constituyen una historia de Venezuela, hecha dentro de las claves de la novela histórica, que él quiso llamar “historia fabulada”. Si se organizan sus obras novelescas de acuerdo a las etapas en las cuales ha sido dividida nuestra historia para su estudio se dará cuenta quien lo haga que para cada período histórico hay una o varias novelas suyas. A la conquista y colonia se refieren



La luna de Fausto y Los amos del valle; a la Independencia Boves, el Urogallo,

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Manuel Piar, caudillo de dos colores,

Bolívar en vivo y


El vuelo del alcatraz.


A Bolívar en vivo lo hemos considerado nosotros más que una ficción una entrevista imaginaria; al siglo XIX se refieren




En la casa del pez que escupe el agua y


Los cuatro reyes de la baraja. El siglo XX está, los años finales del gomecismo, En la casa del pez que escupe el agua y en el epilogo de la misma novela, muy significativo, están los años setenta. El ulterior desarrollo de nuestra democracia y su fin abrupto en el golpe de estado de 1992, en las elecciones de 1998 y en el chavismo a partir de 1999, está en su novelín


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1998. Esta última ha sido considerada por Alexis Márquez Rodríguez más bien como un ejercicio de “política ficción” con lo cual, y no es poco, entronca así la de Herrera Luque dentro de la tradición de “1984”(1948) de George Orwell(1903-1950). A quien sigue, en sus críticas a las sociedades autoritarias, caídas en 1989 con “El muro de Berlin”, el checo Milán Kundera en La insoportable levedad del ser(1985). Sobre el personaje central de la 1998 herreriana comprendemos hoy plenamente quien es realmente su protagonista y cómo se anticipó Herrera Luque en su percepción de los sucesos que se sucederían en el país en los años sucesivos. Esto lo hizo no por ser profeta, cosa que no fue, sino por su honda percepción de la sociedad venezolana. De hecho vaticinó que el personaje llegaría al poder en 1998 como realmente sucedió. Hoy conocemos muy bien quien es el verdadero Taten de esta ficción. Y no es el político tachirense familiarmente apodado así.

Que sin duda ser acercaba un gran pronunciamiento nacional contra la inmensa corrupción del sistema democrático, contra los partidos políticos dominantes que llevaban nuestra democracia al degredo, quizá un golpe de Estado, lo presagio Herrera Luque en 1990 con la anticipación de dos años en una conversación con la periodista sureña Margarita Esquenazi, quien lo hizo conocer tras el pronunciamiento chavista(Francisco Herrera Luque: A lo mejor alguien me escucha, Diario de Caracas: abril 15,1992). Nosotros siempre hemos denominado a esa página “Vaticinio del 4 de febrero”.

LO QUE FUE

Debemos señalar cual fue el perfil de Herrera Luque como historiador de la conducta humana, como estudioso del pasado y como creador de ficciones.

Para ello hay que tener en cuenta siempre que Herrera Luque fue un psiquiatra, en sus obras el médico que examina nunca deja de estar presente. Y fue a través de la psiquiatría que penetró en nuestra alma, en nuestras raíces y en nuestras escorias.

Fue honda, debemos decirlo, la formación que en España bebió Herrera Luque en sus estudios allá, guiado siempre por su maestro de la ciencia de la conducta Juan José López Ibor, prologuista más tarde de su libro


Las personalidades psicopáticas(1969), libro fundamental para la lectura de Herrera Luque y para la comprensión de su observación según la cual a todo lo largo de su escribir deseaba hacer ver “lo más nítidamente posible...la validez científica de los conceptos de personalidad psicopática que utilizamos”(Los viajeros..., ed. 1970,p.XI). Simultánea con Las personalidades psicopáticas fue la publicación de



La huella perenne(1969), también a punto de volver a ser lanzada por “Alfaguara”, uno de sus grandes tratados de psiquiatría histórica, con el cual ganó el mayor premio científico que se otorga en nuestro país. La huella perenne, bautizada por un vasco amigo nuestro como “guía telefónica de locos”, siempre que se vuelve a editar inmediatamente se agota. La huella perenne, hay que decirlo, también llega tan hondo en el estudio clínico de España que durante la tiranía franquista la censura prohibió su circulación en la península.

LA OBRA FUNDAMENTAL

Como hemos sido invitados a comparecer aquí precisamente porque está por aparecer, editada por “Alfaguara”, una nueva edición de Los viajeros de Indias comentaremos ahora varios asuntos que deben tener en cuenta sus lectores cada vez que se asomen a las páginas de esta obra que Herrera Luque siempre consideró como la esencial de las suyas por estar contenida en ella la esencia de su pensamiento.

Fue en España, durante sus estudios de post grado en Madrid, donde redactó Herrera Luque, a partir de 1952 esta obra mayor. Su maestro López Ibor al leerlo y aprobar su manuscrito le dijo a su discípulo que cuando se publicará “te traerá más canas para tu cabeza”: fue profético. Así sucedió. Cambió de su vida. No fue el mismo desde que publicó Los viajeros de Indias, alteró rotundamente su vida como él mismo lo comprobó y como lo dijo a raíz de su muerte el historiador Tomás Polanco Alcántara(1927-2003) en el artículo necrológico que le dedicó(Venezuela y sus personajes, ed.1997,p.493).

Y Herrera Luque, desde 1961, fecha de la edición príncipe para la cual reelaboró en muchos puntos el original leído por su profesor en los años cincuenta, no hizo otra cosa que defender los puntos de vista expresados en Los viajeros de Indias al cual consideró como la indagación en donde está la clave de todo su escribir y de todo su meditar sobre Venezuela. Y no sólo cuidó que se editara varias veces, incluso hizo un compendio para todo público, que tuvo dos ediciones(1977), para la cual escribió el significativo prólogo, que sólo está en esa edición, “Los Viajeros de Indias: el libro que hizo y deshizo a su autor”(ed.1977,p.9-33). También las hipótesis sobre la sociedad venezolana expresadas por él en Los Viajeros de Indias pudieron también encontrarlas sus lectores, muchos situados más allá del mundo académico, en sus celebradas novelas.

Y fue con el bagaje hondo de la psiquiatría y con su profunda formación histórica que Herrera Luque examinó la historia de Venezuela, fue de hecho el primer psiquiatra en analizar nuestra peripecia con lo ojos, con la mirada, que le habían formado sus estudios psicopatológicos. Y por ello pudo ver, con esta formación, con esa sabia mirada tan suya que todo lo que veía lo registraba, con su preparación en genética, una ciencia apenas entrevista no sólo en Venezuela sino en varias partes del mundo cuando él la estudió y comenzó a hacer sus estudios en los años cincuenta. Tan importante fue ella en su desarrolló como investigador que se le consideró, por el padre y académico Basilio Tejedor, “un obseso de la herencia”. Y su mirada genética de los males de la sociedad venezolana, aquellos que hacen sufrir tanto a los venezolanos, los que fundamentan nuestra historia como aquella, lo dijo Herrera Luque, que no puede ser considerada sino como “la historia detenida”



(La historia fabulada.Tercera serie,ed.1983,p.194). De esa formación en historia y en genética surgieron las grandes conjeturas suyas expuestas en Los viajeros de Indias, de esa grave comprensión fue donde se fundamentaron las historias patológicas de las Familias Reales europeas que constituyeron el fundamento de La huella perenne en donde demostró como a diferencia de los casi quinientos años cuyas pisadas podían ser seguidas desde los conquistadores en Venezuela hasta el presente, la historia europea le permitía seguir las pistas enfermizas de mas de mil años de historia, de patografía y sucesión como escribió.

LA HISTORIA DETENIDA

Y hay un hecho más que añadir aquí: el libro de Herrera Luque que se tituló La historia detenida, en el cual estudiaba la proyección de los viajeros de Indias en nuestra vida contemporánea, el cual se debió publicar a poco, como el mismo lo dijo, de la edición de 1970 de Los viajeros de Indias, estaba ya listo en momento, algunos amigos cercanos como el poeta y crítico Juan Liscano(1915-2001) lo leyeron. Pero Herrera Luque destruyó sus originales en la gran crisis personal, en aquel inmenso desasosiego y dolor personal que vivió cuando fue expulsado de su cátedra de psiquiatría de la Universidad Central de Venezuela. De hecho hay varias citas a pasajes de La historia detenida en el prólogo que escribió Liscano para la edición de 1970 de Los viajeros de Indias, bello exordio que se ha mantenido cada vez que aparece la obra y ahora podrá ser vuelto a leer en la nueva edición que nos ofrecerá “Alfaguara”. Pero la idea de que los venezolanos vivimos una “historia detenida” aparece en diversos momentos de las novelas de Herrera Luque. Y está definida en uno de los programas de La historia fabulada. Allí expresó que esto era ”Esa fijación injustificada a situaciones pretéritas es lo que en mi opinión hace sufrir tanto a Venezuela. Es lo que alguna vez llamé La historia detenida”(t.III,p.194), es decir la historia que no prosigue, que se vuelve anacrónica, que se llena de equívocos, de yerros, de desaciertos.

OTRA VEZ EL ANÁLISIS PSIQUIATRICO

Y fue el análisis psiquiátrico de nuestro pasado lo que más se criticó a Herrera Luque y lo que más, para nuestra desgracia, se ha hecho vivo y firme a medida a han pasado los años desde que escribió la primera versión de Los viajeros de Indias siendo aun cursante de su postgrado en Madrid, aunque sus primeras interrogantes le surgieron cuando apenas tenía veinte y tres años, en 1950, y era sólo un estudiante de medicina en Caracas, atisbos que fue documentado a lo largo de muchos años. En un primer momento fue singular para él además de sus observaciones en los enfermos que debía atender como cursante de la carrera para ser galeno, el libro de Oswald Bumke: Nuevo tratado de enfermedades mentales.(Barcelona: Seix Barral, 1946. XLVI,850 p.), cuyo ejemplar aun se conserva en las estanterías de su biblioteca, allí pudimos consultarlo. Esta obra es fuente de Los viajeros de Indias, Las personalidades psicopáticas y La huella perenne.

A proseguir en lo que serían Los viajeros de Indias lo alentó en aquel tiempo en España don Mario Briceño Iragorry(1897-1958), uno de nuestros grandes historiadores, quien vivía en Madrid exilado de la dictadura de entonces, quien conoció las pesquisas del joven Herrera Luque.

Sabemos ahora que el único que llamó la atención sobre la situaciones psicopáticas gravísimas que suceden cada día en Venezuela, fue Herrera Luque. Hoy nos basta señalar una que nos abruma: fue él quien llamó la atención, antes que nadie, el primero, de la alta taza de homicidios que se cometían en Venezuela. Y esto lo hizo público en 1961. Ahora vivimos, cada semana, una verdadera masacre. Que somos “el país más homicida” lo certificó años después de plantearlo Herrera Luque la “Organización mundial de la salud”, noticia que recogió El Nacional en su momento en su primera página(febrero 3,1974).

UNA ACOTACIÓN MAS

Este estudio fue leído en un foro celebrado en la Universidad Metropolitana de Caracas(abril 12,2008). Allí pronunció una exposición sobre Herrera Luque el profesor Carlos Sandoval, un destacado docente e investigador de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Hay una observación suya, muy interesante, sobre Los viajeros de Indias y sobre lo psicopático que hay en los venezolanos que deseamos ahondar un poco más.

Dijo Sandoval que la evidencia y comprobación de lo psicopatológico que hay en los venezolanos era un asunto que había sido mencionado entre nosotros desde el siglo XIX. Eso es así. Citó el célebre estudio de Lisandro Alvarado(1858-1929): “Neurosis de hombres célebres en Venezuela”(El Cojo ilustrado, Caracas: noviembre 1,1893) tan importante que lo reprodujo a poco el célebre maestro Cesare Lombroso(1835-1909), el divulgador de la tesis del “hombre delincuente”(1876), en Italia, traducido a la lengua de aquella nación, en su Archivo italiano de psiquiatría. El estudio de don Lisandro se puede leer hoy en sus Obras completas(2ª.ed.1989,t.II,p.1189-1199).

A esto hay que añadir otra observación que hace el propio Herrera Luque en Los viajeros de Indias: que ya el doctor José Gil Fortoul(1861-1943), amigo y compañero de Alvarado, había deslizado en ciertos pasajes de su Historia constitucional de Venezuela(1909) sus advertencias sobre las patologías de los conquistadores(Los viajeros...,ed.1970,p.68).

Hay sin embargo otra referencia que añadir. Esta ha sido poco tomada en cuenta. Fue el propio Herrera Luque el que nos habló de ella en los largos coloquios sobre su escribir y meditar que sostuvimos con él desde 1972 hasta días antes de su desaparición. Esto fue su lectura anotada del libro La psiquiatría en Venezuela.(Caracas:spi, 1942. 443, IX p.) del médico Ricardo Alvarez. Este además fue el primer libro de psiquiatría publicado en Venezuela. En el se traza todo el devenir de la ciencia de la conducta en Venezuela desde sus primeras manifestaciones en el mundo indígena, se estudian cada uno de los casos clásicos de demencia producidos a lo largo de nuestra historia, desde la colonia, cada una de los artículos y tesis sobre asuntos psiquiátricos escritos por venezolanos. Nos muestra como fue el 2 de julio de1903 a través de un escrito del galeno Rafael Medina Jiménez que se planteó la necesidad de iniciar los estudios y la práctica de la psiquiatría en Venezuela(p.273-290). Este libro fue bien conocido por Herrera Luque quien nos insinuó leerlo en la Biblioteca Nacional. Tuvimos la suerte, al poco de tiempo, de podernos poner en un ejemplar de su única edición encontrado en una venta de libros de segunda mano. Y el doctor Alvarez fue bien conocido por Herrera Luque por ser compañero de su propio papá, el doctor Francisco Herrera Guerrero(1902-1950) también psiquiatra. Y tanto Álvarez como Herrera Guerrero, como nos lo recalcó Herrera Luque más de una vez, fueron dos de los tres primeros psiquiatras propiamente tales que hubo en Venezuela. Los anteriores sólo habían sido “loqueros” según su propia observación dicha más de una vez en nuestros paliques.

Y además al leer a Los viajeros de Indias se debe tener también en cuenta que Herrera Luque creció escuchando en su casa por un lado al abuelo Andrés Herrera Vegas(1871-1948), médico también, contarle la historia de Venezuela, aquella que el nieto llamó “silenciada” y que nosotros bautizamos como “secreta”. Pero a la vez Herrera Luque vivió en su propio hogar la controversia política: los Herrera eran adversarios de don Juan Bisonte y los Luque destacados gomecistas, así la historia y la política de cada día estaban vivas en su casa y los estuvieron en su experienciaq y en sus recuerdos. Mientras el abuelo le hablaba de historia y le apoyaba y la estimulaba en el desarrollo de su precoz inclinación para la investigación, la escritura y la literatura, de hecho fue su primer editor al publicarle, cuando tenía quince años, en 1942, su primer cuento en la revista de “La liga antituberculosa” que dirigía. Se titulaba “El carretón del diablo” que es el único escrito de Herrera Luque que no hemos podido encontrar en nuestras pesquisas para escribir su biografía porque la gaceta en donde se insertó ha desaparecido totalmente de nuestras bibliotecas médicas.

El segundo escrito de Herrera Luque fue su primera novela Las memorias de doña Eufrasia o la vida galante de una señora decente, escrita al parecer en 1945, la cual destruyó y quemó la mamá de uno de sus compañeros, la señora Espinoza, por considerarla una obra pornográfica. Pero el dato documental nos da la idea de la forma como la vocación literaria de Herrera Luque estaba implantada en él desde muy atrás. Fue primero inventor de ficciones que ensayista y tratadista de psiquiatría.

Pero mientras el abuelo le contaba la historia del país, y ponía en sus manos los libros necesarios para este aprendizaje, el padre le hablaba de psiquiatría. De hecho pareció estar claro siempre que el hijo sería médico como el abuelo y el padre. El bisnieto del viejo Herrera Vegas, Juan Manuel Herrera Teran(nieto de Herrera Guerrero e hijo de Herrera Luque) también estudiaría medicina en el futuro, así la cadena de los médicos Herrera se alargó por cuatro generaciones. En esto al parecer no hubo vacilación. Sólo que el hijo escogió la rama médica más cercana a la literatura como lo es la psiquiatría.

Pero el doctor Herrera Guerrero hizo más por su hijo Francisco José: desde la adolescencia hacía que lo acompañara a las visitas médicas que hacía a sus pacientes enfermos mentales. El hijo estaba presente en la consulta, escuchaba los consejos que el médico daba a sus enfermos y también observaba las instrucciones que el galeno daba a la enfermeras. Y al regresar a casa escuchaba todas las observaciones clínicas que el padre le hacía sobre sus enfermos. Fue así formando el ojo clínico del hijo. Tanto que por ello no nos debe llamar la atención que siendo apenas un joven estudiante tuviera los primeros atisbos sobre la personalidad del venezolano que desarrollaría en Los viajeros de Indias y en sus otros libros y estudios, a partir de 1957 cuando publicó su primer estudio, un folleto, Las neurosis en los medios populares venezolanos al cual siguió a poco, ese mismo año, el opúsuculo Aspectos psicológicos y psiquiátricos de la inmigración en Venezuela. Y a poco vinieron, en esos mismos meses, las primeras reseñas publicas en la prensa de lo dicho por el joven psiquiatra de treinta años. El primer artículo sobre su obra lo escribió la escritora Gloria Stolk(1912-1979).

Y que fuera un escritor de literatura el primero que comentara su obra como psiquiatra no dejó de ser singular. Eso mismo le había sucedido a Sigmud Freud(1856-1939) cuando publicó sus Estudios sobre la histeria(1895), su primer reseñista no fue ni un médico ni un psiquiatra sino un crítico literario vienés, Alfred von Berger, quien dijo que el doctor Freud practicaba en su libro la “cirugía del alma”(Marthe Robert: La revolución psicoanalítica,ed.1978,p.111-112). El paralelismo es grande y no es casual. Herrera Luque, al decir de su maestro López Ibor, lo que buscaba siempre al tratar un enfermo, y más tarde, añadimos nosotros, ahora a la vista del conjunto de su obra, al examinar el país llamado Venezuela y sus gentes, era encontrar siempre “el lenguaje de su vida...sentirse llamado a descifrar, a través de la patología, la clave o las claves de la personalidad”(Las personalidades psiopáticas,ed.1973,p.IX)

Estas referencias que hemos anotado ahora al corregir la versión final de nuestra intervención deben tenerse en cuenta para una más recta lectura de Los viajeros de Indias.

SIEMPRE LA HISTORIA

Pero es importante al leer a Herrera Luque, además de sus bases científicas, muy pausadamente adquiridas, siempre pensadas y muy meditadas, observar que el otro fundamento, clave diríamos, de Herrera Luque fue el estudio de la historia el cual no suspendió hasta su expiración. Recordamos que cuando trabajaba en sus obras nos pidió muchas veces consultar en los fondos de la Biblioteca Nacional, donde trabajábamos, en búsqueda de datos que requería o de informaciones que deseaba verificar, rectificar o ratificar: cuando escribía sobre lo que fue después En la casa del pez que escupe el agua buscamos para él lo que se había escrito sobre Joaquín Crespo en el mismo tiempo en que este estaba en el poder; para La luna de Fausto, que aun no tenía nombre, fue bautizada así una noche de 1983, casa de Guillermo Morón, por el periodista José Pulido. Para La luna de Fausto logramos encontrarle la traducción al castellano de la carta de Felipe Hutten a su hermano en Alemania, misiva escrita en Venezuela, en donde le confirmaba las predicciones que le había hecho el estrellero Fausto, la carta certifica además que fue Fausto un personaje histórico, el mismo que convertido en leyenda inspiraría con el tiempo a Goethe y Thomas Mann en la escritura de obras esenciales. Existe una traducción de la epístola hecha por la doctora Federica de Ritter y esta correspondencia es básica en la anécdota de la novela, por ello la requería. No sabíamos en ese momento ni él ni yo que Hutten había escrito tal mensaje pero la investigación siempre nos conduce a lugares insospechados. Y cuando redactaba, en los meses finales de su vida, Los cuatro reyes de baraja, de hecho su tránsito final al día siguiente de haberla concluido(en el manuscrito está consignada, de su puño y letra, la fecha exacta y su firma autógrafa), verificamos en las fuentes ciertos datos que requería. En esa novela logró ofrecernos el mejor retrato psicológico de Guzmán Blanco con el cual contamos.

LA HISTORIA SECRETA

Pero antes, desde muy joven, estudió la historia y se le hicieron presentes sus observaciones sobre la patología del venezolano. Ese estudio de la historia fue complejo y variado: de Europa examinó la historia de las Casas Reales desde antes del año mil de nuestra era; en España analizó con pormenor la historia de ese país sobre todo en su relación con América Latina y como es lógico con Venezuela. Se dio cuenta entonces hasta que punto es veraz lo sostenido, décadas después, por el gran hispanista británico John Lynch: ”España sin América es incompleta y América sin España es inimaginable”(Los Austrias,ed.2000,p.8).

Y exploró siempre, claro está, la historia de Venezuela, la cual fue el fundamento de sus novelas en las cuales lo que es histórico está consignado con toda precisión, sin cambiarlo ni mutarlo, escrito en relación con una concepción de la novela sobre el pasado que él mismo forjó, un poco separada para él, ya lo hemos apuntado, del sentido que tiene la novela histórica. A eso fue a lo que llamó “historia fabulada” no porque la falseara, cambiara o alterara sino porque ese fue su modo de ver los sucesos del pasado, de estar en contra de la historia oficial, de hurgar en viejos infolios para combatir todas las destrucciones de papeles, de folletos y de libros hechos a lo largo de nuestro devenir por aquellos que estaban en el poder o aquellos que siempre han tenido poder económico que les permite hacer lo que deseen. Entre los casos citados por Herrera Luque podemos contar dos muy significativos: el segundo tomo de la Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela(1723) de Oviedo y Baños desaparecido, aunque don José dijo en las líneas finales del primer tomo que trabajaba en su redacción(Oviedo: Historia...,ed.1992,p.327). El hecho es tan sustancial en Herrera Luque que la desaparición del libro de Oviedo es central en Los amos del valle, novela en la cual Herrera Luque quiso escribir la historia de Caracas en el siglo XVII que era la materia que debió consignar Oviedo en el volumen desaparecido, destruido o incenerado por los Mantuanos, de su Historia..., cuyo primer tomo, el único que conocemos, no es sólo célebre en nuestra historiografía y de interés para nuestra historia literaria por las bellas gracias de su estilo. Es también obra principalísima para hacer aquel aprendizaje de ser venezolanos que nos inculcó el maestro Arturo Uslar Pietri(1906-2001), en 1948, en la página inicial de sus Letras y hombres de Venezuela(ed.1958,p.7).

Otro ejemplo, con fuerte asidero en Herrera Luque, fue la total desaparición del folleto escrito por monseñor José Manuel Arroyo Niño(1814-1884) Orígenes y educación del general Manuel Carlos Piar, hecho sobre la base de lo que escribió en sus memorias el canónigo Remigio Pérez Hurtado(1764-1822) quien fue el sacerdote que confesó al general Piar y luego lo acompañó hasta el suplicio. El librito del obispo guayanés Arroyo Niño fue impreso en el siglo XIX según testimonio del propio sobrino del prelado al historiador Bartolomé Tavera Acosta(1865-1931). Esta obra se eclipsó totalmente, tanto que ni siquiera logró encontrarla y registrarla nuestro máximo bibliógrafo Ángel Raul Villasana(1921) en su pródiga obra, en seis tomos, Ensayo de un repertorio bibliográfico venezolano(1808-1950), impresa entre 1969-1979 en Caracas por el Banco Central de Venezuela. Ni del folleto de monseñor Arroyo ni de las memorias de Pérez Hurtado hay traza alguna en las entradas correspondientes a cada uno en el Diccionario de historia de Venezuela.

Fue por lo apuntado que Herrera Luque quiso sacar a la luz lo que él denominó la “historia silenciada”, basta leer Los amos del valle y Manuel Piar, caudillo de dos colores para ingresar en el laberinto de la “historia secreta” que Herrera Luque recibió oralmente por el testimonio de sus mayores, en especial de su abuelo paterno el médico Andrés Herrera Vegas, a quien llamó “albacea de la historia silenciada”. Así lo dice en la dedicatoria de Los amos del valle(ed.1979,t.I,p.7).

COMO LO HIZO

Lo que Herrera Luque narró, y esto hay que tenerlo en cuenta siempre que se examinen sus escritos, estaba fundamentado en tres pilares, que el registró en las primeras líneas de su novela inicial Boves, el Urogallo. Desde ese momento, días de 1972, lo que hizo estaba construido sobre estos tres cimientos: lo verídico, fabulado y verosímil. Verídico que respetara los fueros de la verdad histórica. Fabulado en el sentido que sin desvirtuar lo sucedido debió crear diversos personajes para poder narrar todo el conjunto de lo acaecido en diversas parcelas de nuestra historia con seres que son verídicos, de hecho en sus novelas con notas a pie de página él señala cuáles son reales y cuales imaginarios. Inventados en el sentido que fueron creados por él pero para poder contar el conjunto de nuestra historia, necesarios para no omitir pasajes y llegar a precisiones. Esto es tan importante que fue ello lo que le llevó, porque le decían públicamente que inventaba sucesos, hechos y personajes, recibió tantas críticas sobre Boves, el Urogallo que cuando se hizo su versión televisiva, escrita por José Ignacio Cabrujas(1937-1995), debió declarar públicamente que su Boves no se separaba en absoluto del Boves de la historia(El Nacional: diciembre 24,1974). Y por ello cuando hizo la edición de 1980 le añadió notas explicativas. Y lo siguió haciendo con sus novelas siguientes, siendo así el raro caso de un novelista que escribía sus obras con notas críticas, tal era su veneración por personajes y hechos y sus condenas a todos aquellos que lo merecían. Desde 1978, cuando se imprimió en España En la casa del pez que escupe el agua, y de allí en adelante, añadió sus anotaciones que a veces convirtieron sus novelas casi en ediciones críticas. Y en la única de sus novelas que estas anotaciones no aparecen es en Los cuatro reyes de la baraja, precisamente por haberse precipitado su fallecimiento. Sin embargo, entre sus papeles pudimos leer, en forma manuscrita, la hoja en la cual comenzó a organizar la serie de observaciones documentales que iban a acompañar esa novela.

Y hay que añadir además que buena parte de la historia universal, más allá de Herrera Luque, no podría comprenderse sólo con los estudios de los historiadores, por más precisos y documentados que estos sean. Hay muchos pasajes de la historia mundial en los cuales podemos penetrar gracias a la novela histórica, gracias a la imaginación de numerosos hombres y mujeres que escriben las historias noveladas. La novela histórica también puede ser, y de hecho es muchas veces, una forma complementaria de entrar en el pasado para mirar hechos, sobre todo los de naturaleza psicológica, que pueden escapar a los historiadores los cuales no pueden ir más allá de lo que encuentran en la documentación, amarrando siempre su imaginación para que no actué como lo que es “la loca de la casa”, como decía Santa Teresa de Avila(1515-1582). Pero los novelistas históricos en cambio pueden fabular, preguntarse hechos más allá de los papeles, sugerir, condenar, acotar, dejarse impresionar. Hay numerosas obras, muchísimas novelas históricas de diversos países que avalan nuestras últimas observaciones. Y ello también puede ser bien aplicado a Herrera Luque y a otros narradores de nuestro país que parten en rememoraciones memoriosas del pasado venezolano, de lo sucedido y a partir de allí, libremente, entran en el laberinto, complejo y difícil de entender, de la memoria venezolana, en aquello que hicieron o dejaron de hacer los venezolanos de carne y hueso, muchos de los cuales hay que desacralizar, bajar de la estatua a punta de piqueta, ponerlos en el piso, en la calle, en las plazas, de frente a la gente, a su gente e interrogarlos.

El mirar el pasado para entender el presente y planear el porvenir es tan decisivo que cerramos esta intervención copiando la esencia de lo que ella fue para Herrera Luque. Está en un pasaje en Los amos del valle en donde se lee:“La historia es para un pueblo lo que la memoria para un hombre: fuente de experiencia, fundamento de legislar, comprensión del presente, atalaya del futuro. Por ello ha de ser veraz y valiente quien la escriba”(ed.1979,t.I,p.425). Así es, así será.

(Intervención leída en el foro organizado por la editorial “Alfaguara” en el “III Salón del Libro”, Universidad Metropolitana de Caracas, la noche del sábado 12 de abril de 2008).


¿Quién es Roberto J. Lovera de Sola


Copio la reseña aparecida en Literanova

Roberto J. Lovera de Sola





Nació en Caracas, Venezuela (marzo 30,1946). Hizo sus estudios en el Colegio La Salle, Tienda Honda (1953-59, 1963-65), Colegio San José de Mérida (1959-61), Seminario Interdiocesano de Caracas (1961-63), Colegio La Salle La Colina (1965-66), Universidad Católica Andrés Bello (1966) y Universidad Central de Venezuela (1969). Desde los días de su adolescencia se inició en el trabajo literario. Ha desarrollado amplias tareas como crítico, investigador histórico-literario, bibliógrafo, antólogo, promotor cultural y editor. Y también, lo que no se dice en estos bosquejos: lector incontrolable, bibliófilo, bibliolatra, coleccionista de libros venezolanos, melómano de música clásica, cinéfilo, balletómano, amante de la opera, teatrero, de constante fascinación por la pintura fugurativa clásica, asmático, insomne e hipocondríaco. Ha sido columnista del diario La religión de Caracas, desde 1964, El Universal, desde 1966, de El Nacional (1967-92), Diario de Caracas (1992-95), Ultimas noticias, desde 1970, El Globo (1997-2002), El mundo desde el 2003, El Carabobeño, Valencia, desde 1980, El Aragueño, Maracay, desde 1983, El impulso, Barquisimeto, desde 1985, de la revista Resumen (1974-81), del Boletín de la Academia Nacional de la Historia, desde 1967 y de numerosas revistas de actualidad o académicas. Ha prestado sus servicios profesionales a la Asociación de Escritores Venezolanos(1969-70), Biblioteca Nacional (1970-72), Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (1972-76), al Instituto Autónomo Biblioteca Nacional (1970-72,1976-84), a Venezolana de Televisión (1974-76,1990-91,1994), al Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (1976-77), a Northwestern University Library, Evanston, Illinois, Estados Unidos(1977-79), a la Academia Nacional de la Historia (1984-91), a Fundarte (1984-93) cuya editorial dirigió (1988-93) y al Consejo Nacional de la Cultura: Director de Publicaciones (1994-2000) y Asesor de la Dirección de “Prensa y Relaciones Públicas” del mismo ente (2000); fue Vicepresidente del Ballet Clásico de Venezuela (1991-93), Vicepresidente, del Ballet Nacional Juvenil de Venezuela (1993), miembro fundador de la Fundación para el rescate del acervo cultural venezolano (1976), de la Fundación Francisco Herrera Luque (1992) y del “Ballet de las Américas” (1994). Es miembro del Consejo General de La Casa de Bello (1996), socio del centro principal de la Sociedad Bolivariana de Venezuela (1994), miembro de la Asociación de Escritores Venezolanos y del Círculo de Escritores de Venezuela. Ostenta la Orden Andrés Bello en su primera clase (1982 y 1994) y la medalla “Al mérito ciudadano” (1991) que otorga la “Fiscalía General de la República”. Ha sido miembro de varios “Comités de lectura” editoriales en Caracas. Entre sus obras hay que mencionar más de 1000 artículos de crítica literaria o histórica, aparecidos a partir de 1964, cuando su autor tenía diez y ocho años, el primero de los cuales se insertó en el diario La religión de Caracas (enero 26, 1964). Entre sus libros hay que citar Bibliografía de la crítica literaria venezolana (1982), Guía de la historia de Venezuela (1982), Bolívar y la opinión pública (1983), Eróticos, erotómanos y otras especies (1983), Hondas reflexiones para largas esperanzas (1984), El gran majadero (1984), Interrogando al gran ausente (1987), Con el lápiz en la mano (1990), Tomás Polanco y sus libros (1991), Lo masculino y lo femenino entrelazado (1992), Curazao, escala en el primer destierro del Libertador (1992), El ojo que lee (1992), Crónica de los Presidentes de Venezuela (1993), El oficio de ser venezolano (1994), La larga casa del afecto (1994), La obra histórica y literaria de Guillermo Morón (1994) y Los pasos vitales de Andrés Eloy Blanco (1966). Es autor también de numerosos prólogos a obras literarias e históricas y de trabajos aparecidos en diversas obras colectivas. Su obra está registrada en varias antologías y en diversas bibliografías.
Integrar a Roberto J. Lovera de Sola como colaborador en Literanova, es un esfuerzo más, para que el público en general disfrute, como yo, de sus obras, sus opiniones y amistad.

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