Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 27 de marzo de 2011

Mi pasaje favorito de la Biblia. Varias reflexiones...


Jesús y la mujer samaritana
a quien pide agua


Domingo III Cuaresma:

Danos agua de beber

Sun, 27 Mar 2011 07:02:00

CAMINEO.INFO.-

Éxodo 17, 3-7
Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9(R.: 8)
Romanos 5, 1-2. 5-8
Juan 4, 5-42

Estamos delante del diálogo más largo de Jesús con una sola persona de todo el Nuevo Testamento. Un diálogo que nos es más cercano de lo que podemos pensar... Porqué este diálogo entre Jesús y la samaritana es una gran escuela de oración para nosotros. Escuela de oración porqué la oración es esto: un diálogo con Jesucristo.

Santa Teresa de Jesús define la oración como: “Un trato de amistad con aquel que sabemos que nos ama”. Vamos a sacar algunas enseñanzas de este diálogo …

1. Vale la pena imaginar la mirada de Jesús a la samaritana, una mirada de amor, de comprensión, de acogida, de simpatía, de cariño. Pues, esta mirada la hemos de proyectar hacia nosotros, Jesús nos mira igualmente a nosotros.

Es bueno al empezar nuestra oración personal imaginar, hacernos presente, esta mirada de Jesús a nosotros. Es bueno hacerlo porqué la experiencia del amor de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo es el fundamento de nuestra vida cristiana. Hace falta hacernos presente la mirada de Jesús a la samaritana...
2. Jesús cerca del pozo se hace encontradizo e inicia el diálogo. Jesús también se hace encontradizo para nosotros: en los acontecimientos, en la oración, en la palabra de Dios y sobre todo en la eucaristía... Él nos ha amado primero, Él nos busca, Él se acerca ...

En un texto del libro “El Regreso del hijo pródigo” de Nouwen expresa muy poéticamente esta idea: “Durante toda mi vida he luchado por encontrar a Dios, por conocer a Dios, por amar a Dios; he intentado seguir las directrices de la vida espiritual –orar constantemente, trabajar por los demás, leer las Escrituras- y he evitado las tentaciones que pueden dispersarme. He fallado muchas veces pero siempre lo he vuelto a intentar, incluso cuando estaba al borde de la desesperación.

Ahora me pregunto si durante todo este tiempo he sido lo suficientemente consciente de que Dios ha estado intentando encontrarme, conocerme y quererme. La cuestión no es: “¿Cómo puedo encontrar a Dios?” sino: “¿Cómo puedo dejar que Dios me encuentre? La cuestión no es: “¿Cómo puedo conocer a Dios?” sino: “¿Cómo puedo dejar a Dios que me conozca?” Y, finalmente, la cuestión no es: ”¿Cómo voy a amar a Dios?” sino:
¿Cómo voy a dejarme amar por Dios?” Dios me busca en la distancia, tratando de encontrarme, y deseando llevarme a casa. … Sí, Dios me necesita tanto como yo a Él. Dios no es el patriarca que se queda en casa, inmóvil, esperando a que sus hijos vuelvan a Él…

Ahora empiezo a ver lo radicalmente que cambiaría mi trayectoria espiritual cuando deje de pensar en Dios como en alguien que se esconde y que me pone todas las dificultades posibles para que le encuentre, y comience a pensar en Él como Aquél que me busca mientras yo me escondo. Cuando sea capaz de mirar con los ojos de Dios y descubra su alegría por mi vuelta a casa, entonces en mi vida habrá menos angustia y más confianza…”

Jesús nos busca, nos sale al encuentro e inicia el diálogo…, porqué tiene sed, sed de nosotros, sed de nuestra conversión, sed de nuestra amistad, sed de que le conozcamos, sed de podernos dar el agua viva.

3. La samaritana no se entera… Cuando vamos escuchando el diálogo esta idea nos viene a la cabeza: ella está en un nivel y Jesús en otro. Hay una distancia, falta sintonía. Lo mismo pasa a veces en nuestra oración. Estamos tan, tan, centrados en nosotros, nuestras cosas de cada día, que no nos enteramos de lo que Jesús nos quiere decir.

Hemos de aprender a descentrarnos. ¿Qué quiere decir descentrarnos? Quiere decir aprender a mirarlo a Él, y no sólo a nosotros mismos y nuestras cosas. Aprender a mirarlo a Él y así vamos entrando en su sintonía...

4. ¿Qué es el agua viva? Jesús comienza diciendo: “Si conocieras el don de Dios...”. Es verdad, si conociéramos lo que Dios nos quiere dar … Después habla del agua viva, y de como esta agua se convierte en una fuente que mana dentro de nosotros... El agua viva es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo que produce en nosotros una nueva vida, porqué cambia nuestros corazones y nos hace semejantes a Jesús... “Somos templo del Espíritu Santo”...

¿De qué tenemos sed? ¿de éxitos? ¿sed de dinero? ¿sed de reconocimientos?. Sed de Dios, tengamos sed de Dios...

La escena tiene un final espectacular: “En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él... “Y acaban diciendo: “sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo”. No podemos dudar de que Dios quiere que en esta Cuaresma haya en nuestra parroquia y en nuestro pueblo muchas conversiones... Por tanto, a nosotros nos toca esperarlo, rezarlo, hacerlo posible con nuestra vivencia de la cuaresma...

Imposible saber cuántos y quien se convertirá gracias a nuestro ayuno, a nuestra oración, a nuestra caridad, pero imposible que nuestros actos queden sin fructificar… imposible... imposible …. Tengamos mucha esperanza...

Ahora Jesús nos está mirando..., como a la samaritana, pidámosle que nos de esta agua viva que nos da la vida eterna...





Notitarde 26-03-2011 |

Jesús y la mujer samaritana

(Jn.4,5-42)

Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flaut

El evangelio de este tercer Domingo de Cuaresma, nos presenta el diálogo-encuentro de Jesús con la mujer samaritana. La narración del evangelio comienza diciendo que Jesús, cerca del mediodía, llegó cansado al pozo de Jacob en la región de Samaria y allí se sentó, al momento llegó una mujer samaritana a sacar agua. Los apóstoles habían ido al pueblo a comprar de comer, por lo tanto, están solos Jesús y la Samaritana. Llama la atención aquí dos cosas: 1. Una mujer sola va a buscar agua al pozo de Jacob al mediodía. Era costumbre en aquel tiempo que las mujeres fueran juntas, al amanecer a buscar el agua que necesitaban y así no sufrir la inclemencia del sol. Esta mujer va al mediodía, ya que era despreciada en su comunidad por adúltera, era señalada y por eso, sintiendo vergüenza por su situación, le tocaba salir al mediodía, cuando nadie andaba por la calle para no ser vista por ninguno. 2. Jesús, siendo judío, más aún, maestro judío, entabla una conversación con una mujer, además, extranjera (pagana, impura) y para completar con muy baja reputación. Jesús inicia una conversación con ella y le pide de beber. Él como verdadero Dios, sabía cómo estaba viviendo ésta mujer, comprendía como estaba envuelta en el pecado y al mismo tiempo entendía la cruz que llevaba encima por su situación inmoral. Por eso, comienza a hablar y ella se extraña y le dice que cómo él siendo judío le pidiera de beber y Jesús le responde que si ella supiera quien le habla le pediría ella agua viva. La mujer no entiende, pero Jesús con la pedagogía de un buen maestro, con la pedagogía divina, la lleva a darse cuenta de su situación de pecado; cuando le pregunta por su marido y ella le dice que no tiene marido y Jesús afirma que dice bien que no tiene marido, ya que el que tiene actualmente tampoco le pertenece. La mujer reconoce en Jesús a un gran profeta, luego lo llama el Mesías y cuando sale al pueblo a contar lo que le ha sucedido reconoce que aquel hombre que habló con ella en el pozo de Jacob es realmente el Salvador del mundo.

El agua viva de la que habla Jesús, que ofrece a la mujer y que ella misma le pide al final, es símbolo del bautismo que borra los pecados y convierte a quien lo recibe con fe en discípulo de Cristo. El agua simboliza purificación, sirve para saciar la sed, significa sobre todo la vida en plenitud, vida en Dios, vida eterna. Agua viva que ofrece Jesús y que apaga la sed para siempre y se convierte dentro del que la bebe en surtidor que salta hasta la vida eterna. Ese es el don de Dios que ignora aquella mujer: la vida en plenitud por medio de la fe en Jesús, Mesías e Hijo de Dios. Así que aquella samaritana, por su encuentro con Jesús recibió el don de la fe, reconoció a Jesús como el Salvador y se convirtió en discípula misionera (apóstol) que sale ahora a anunciar lo que ha experimentado, lo que ha contemplado y lo sucedido en ese encuentro. Su testimonio es creído y atrae la atención de sus paisanos samaritanos que se acercan a Jesús, escuchan sus palabras, le piden que se quede con ellos y ahora afirman que no creen sólo por lo que ella les dijo, sino por lo que ahora ellos mismos experimentan. Así, que aquellos samaritanos (despreciados por los judíos) son capaces de reconocer a Jesús como verdadero Dios y Mesías, el Salvador de la humanidad, cosa que no hicieron los paisanos del Señor. (Jn.1,11). Jesús se fue revelando poco a poco a aquella mujer, hasta manifestarse delante de ella como el Mesías, así es la pedagogía divina, que muestra cercanía, amor y amistad al pecador, no para aplaudir su pecado, sino para rescatarlo y llevarlo a la vida. Dios no se acerca al pecador con arrogancia, sino con humildad y amor, como Jesús que le dice a la mujer: "Dame de beber". Gran enseñanza para nosotros hoy, es la empatía de Dios, la sintonía con el otro.


Pjoel_15895@hotmail.com

Por Pbro. LAUREANO ORDOSGOITIA GONZÁLEZ

Estas palabras son parecidas a las pronunciadas por Jesús en la cruz: "Tengo sed". En el pozo, la samaritana se niega a darle agua a Jesús, en la cruz le dan vinagre cuando pide agua.

El hombre se niega a complacer a Dios, negándose a hacer la voluntad divina y de paso se niega así su propia complacencia y felicidad. Es esto lo que nos plantea el Evangelio de hoy.

Todos hemos tenido la experiencia de sentir sed y la experiencia de calmarla. De este acontecimiento físico arranca Jesús para llevarnos a las más ricas experiencias espirituales de la vida, que son en definitiva la felicidad que con ocasión de nuestra vida de pecado hemos perdido.

Ser judío y ser samaritano es señal de una entrañable división en la humanidad que solo el agua de un poso profundo podría calmar, para no volver a tener sed. Jesús, es ese pozo profundo, es la fuente de agua viva, que al encontrarlo "nos hace dejar el cántaro". Pero es necesario llegar hasta el pozo, al pozo de aguas profundas y cristalinas, porque frecuentamos muchos pozos, pero la sed persiste. ¿Acaso no se nos ofrece a la manera de los supermercado y centros comerciales, productos para la felicidad y belleza?

Estos no colman la sed y se nos intensifica.

Es necesario saber que estas ofertas son los cántaros con los que andamos en la vida y los que tenemos que dejar.

Un verdadero encuentro con Jesús, como el que nos brinda este tiempo cuaresmal, no solo nos hace dejar el cántaro, sino que nos impulsa a anunciarlos por todas partes.

"La mujer samaritana dejó su cántaro" y fue a la ciudad a decir a la gente: "Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho en mi vida". Salieron de la ciudad y fueron a donde estaba Jesús. Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por el testimonio de la mujer".

Hay que dejar la ciudad y la propia tierra.

Es necesario sentir sed y ser escuchado en nuestras vertebrales necesidades de vida.

La ciudad nos brinda muchas comodidades y la tierra es el barro del que fuimos hechos.

Salir de a ciudad es acoger un estilo sacrificial de la vida para predicarnos en nuestras realidades hasta llegar a ser profeta en nuestras realidades terrenales, valga decir, en nosotros mismos.

De esta manera podemos exclamar con la samaritana: "Vengan a ver un hombre que me ha dicho la verdad de mi vida y ahora soy feliz".

Desde aquel día en que me pidió diciendo: "Mujer dame de beber".

Evangelio del domingo: Del corazón, de sus pozos y su sed

26/03/2011 -
IBLNEWS, AGENCIAS


Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, tercera de Cuaresma (Juan 4, 5-42), 27 de marzo, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo.

* * *

Dame un poco de sed, que me estoy muriendo de agua. Así podría rezar el grito de una generación que teniéndolo casi todo, parece que no logra descubrir el sentido de la vida. Dentro de nuestro camino cuaresmal hoy se nos propone una escena conocida: la samaritana. El pozo en la literatura bíblica, es un lugar de encuentro, un espacio donde descansar y compartir. Los pozos determinan el itinerario terrestre y espiritual de aquel Pueblo que atravesó un desierto para llegar a la tierra de la Promesa. Por eso el pozo, el agua, se convertirán en símbolos de la cercanía de Dios, de la vida que ese Dios ofrece a sus hijos. La ausencia del agua será siempre para el Pueblo nómada y peregrino, una dura prueba que muchas veces terminará en infidelidad, en desconfianza e incluso en apos­tasía de Dios, como nos dirá la primera lectura de la misa.

Un pozo, una mujer y Jesús encuadran el Evangelio de este domingo. A lo largo de todo el relato, se van mezclando dos símbolos que en parte representan el centro de la persona, el corazón del hombre: el marido y el agua. La vida de aquella mujer había trans­currido entre maridos y entre viajes al pozo para sacar agua. La insuficiencia de un afecto no colmado (los seis maridos) y la insuficiente agua para calmar una sed insaciada (el pozo de Sicar), nos llevan a pensar en la otra insuficiencia: la de una tradición religiosa que aun teniendo rasgos de la que Jesús venía a culminar con su propia revelación, si faltaba Él era incompleta.

Por eso en el evangelio de Juan, el Señor se presentará como el Agua que sacia y como el Esposo que no desilusiona. Cuando no daban más de sí nuestros esfuerzos y empeños y seguíamos arrastrando todas las insuficiencias, lo que representa también en nosotros los mari­dos y la sed, el desencanto y la fatiga, ha venido a nuestro lado como esposo, como amigo, como agua... el Mesías esperado.

Desde todas nuestras preguntas, afanes y preocupaciones, desde nuestra aspiración a habitar un mundo más humano y fraterno que el que nos pinta la crónica diaria, Dios se nos acerca en nuestro camino, se sienta junto al brocal de nuestros pozos y cansancios, para revelársenos como nuestra fuente y nuestra sed. Ojalá que también nosotros podamos contagiar a nuestras gentes como aquella mujer lo hizo con los de su pueblo, y también nuestros contemporáneos puedan testimoniar: «Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sa­bemos que Él es de verdad el Salvador del mundo» (Jn 4,42).








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